La situación de emergencia generada por el COVID-19 impactó también las actividades del sector agroproductivo.
Según las primeras estimaciones del Ministerio de Agricultura y Ganadería, la afectación directa en la producción primaria supera los ₡14.300 millones, e impacta a unas 6.885 personas productoras y 266 empresas.
Esta afectación se debe a variaciones en la demanda y a cambios en las cadenas de distribución debido a las medidas de restricción que impone la pandemia
La mayor afectación en términos económicos se reporta en las exportaciones, que va sumando un impacto de ₡12.667 millones, en productos que no pudieron ser enviados a sus destinos fuera de nuestras fronteras; entre ellos flores y follajes, piña, raíces y tubérculos, culantro coyote, melón y sandía, banano y banano dátil.
En segundo lugar, el consumo local afectado por la disminución de la demanda relacionada con la actividad turística, en aproximadamente ₡1.322 millones, impactando la producción de carnes, frutas, leche, queso, hortalizas y pescado, entre otros.
A estos se suman unos ₡314 millones por una disminución en la comercialización de productos cárnicos y avícolas en el PAI, debido a la suspensión del curso lectivo.
Las variaciones en la demanda, igualmente, ha presentado incrementos significativos en algunos productos como granos básicos y leche líquida, aclaró el Ministro Alvarado Rivera.
Las Direcciones Regionales del MAG entre ellas la de Pérez Zeledón , así como las más de 80 Agencias de Extensión Agropecuaria ubicadas a lo largo y ancho del país, se mantienen activas con el fin de atender los requerimientos de los agricultores y agricultoras y brindarles acompañamiento.
Entre otras acciones, los funcionarios del MAG han apoyado en procesos de Identificación de nuevas opciones de canales de distribución y mercados, como ventas puerta a puerta, o a domicilio, con apoyo de nuevas tecnologías de información y comunicación.
También se mantienen los servicios de asesoría técnica para el manejo agronómico de los cultivos y de la producción. Algunas recomendaciones se han orientado hacia la reprogramación de cosechas, podas de plantas y eliminación de floración, entre otras prácticas que permiten retardar producción o disminuirla, hasta que los mercados se recuperen.