Carmen Picado N.
Pérez Zeledón. Marco Antonio Páez, vive junto a su madre, Astelia de 79 años de edad y juntos sacan adelante todo un proyecto.
El horario de trabajo para Marcos, inicia a las cuatro de la mañana prácticamente todos los días.
Cuando se trata de hacer dulce, la jornada es mayor.
Lo primero que hace, es cortar la materia prima a utilizar, es decir, la caña de azúcar, que tiene sembrada cerca de su casa.
Luego, llega aquí, donde este trapiche artesanal, con algunas adaptaciones modernas, se lleva a cabo la molienda.
Marco, manejaba el famoso “perico”, un carro modelo 1972, que utiliza en lugar de bueyes para hacer funcionar el trapiche.
Una vez que el jugo está listo. Lo hecha en la paila.
Y posteriormente, enciende el fuego.
Luego, empieza la cocción y luego de varias horas, está listo el producto final, ya sea el dulce, sobado o melcocha.
Pero el trabajo en la finca, es mucho más que el trapiche.
Marco, tiene que ordeñar varias vacas, para producir quesos y demás.
En esta labor, le colabora su madre, doña Astelia, quien se encarga de hacer los quesos.
Como parte del proyecto integral que trabajan, también poseen un pequeño truchero y pronto tendrán un invernadero.
Tanto para Marco como para su madre, el realizar estas labores, los llenan de felicidad.
El trapiche ya tiene 40 años de funcionar y la lechería, unos 20 años, con ambos proyectos, sale adelante esta familia.
A futuro, piensan en la oportunidad de desarrollar algún tipo de turismo rural, con el fin de mostrarle a la población lo que hacen.
Esta familia, vive en armonía, hace lo que aman todos los días y permiten que muchas personas, puedan tener la opción de consumir tanto el dulce como el queso que producen.