Generaleña en Etiopía por los más pobres y abandonados.

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Nora Camacho compartiendo con niños etíopes
Nora Camacho compartiendo con niños etíopes

Xinia Zúñiga
prensa@tvsur.co.cr

San Isidro de El General. Nora Camacho Calderón, vecina del Barrio El Calvario en Pérez Zeledón, regresó el pasado 15 de junio a Etiopía, después de disfrutar cuatro meses con su familia a la cual tenía cuatro años de no verla, ella pertenece a las misioneras combonianas y sólo cada cuatro años tiene vacaciones.

Ella es la mayor de cuatro hermanos y sus padres son Juan Luis Camacho Barquero y Nora Calderón Jiménez. De Pérez Zeledón hay otra misionera comboniana del distrito San Pedro, se llama Mayra Mena y está en Ecuador.

“Venir a San Isidro es como un reencuentro y uno cuenta los días. Yo vivo en un pueblo llamado Gatama a 400 kilómetros de la capital, donde vamos cada tres meses en una ambulancia de la congregación a realizar las compras, ya un poco más cerca hay algunos negocios pero casi no se encuentra nada”, agregó.

Nora es maestra en dos kinder, donde asisten 400 niños y niñas, así como maestra de Inglés en escuelas públicas; al inicio los padres de familia no los querían enviar, porque los menores tienen que trabajar desde muy pequeños para aportar al hogar; sin embargo, al ver que aprendían y recibían alimentación fue diferente.

Esta generaleña durante los dos años en Gatama ha tenido que aprender la lengua que es el Oromo (En todo el país hay 84 tribus y cada una habla una lengua diferente) y compartir en especial con las mujeres a quienes enseñan a cultivar la tierra, cocinar y comer los alimentos. También cuando pueden realizar cuentas les facilitan un micro crédito para que emprendan algún proyecto.

“Las misioneras combonianas pasan entre 15 y 20 años en un pueblo, en Gatama nos quedan 5 años y cuando nos retiremos tienen que quedar preparados para continuar con el desarrollo”, agregó.

Para poder utilizar el agua las mujeres y niños tienen que recorrer hasta 6 kilómetros, la recogen de riachuelos y está muy contaminada; mientras tanto, la alimentación básico es una diminuta semilla llamada tief con la cual hacen la engera, un tipo de tortilla muy grande que acompañan con lo que tengan a mano como tomate y aguacate.

Las calles son muy polvorientas, las casas humildes ranchos con piso de tierra y no hay servicios de salud, es por eso que el trabajo de las misioneras es tan importante, ya que aunque la natalidad sea alta, la mortalidad especialmente por diarreas en niños es también muy grande.

“Es una experiencia de fe riquísima, nos abandonamos en las manos de Dios y trabajamos por los más pobres y abandonados. Cuando un sacerdote comboniano preguntó en la Catedral de San Isidro ¿en qué quieren gastar su vida?, me di cuenta que podía hacer algo más y me impresionó mucho conocer que había gente con tantas limitaciones”, subrayó.

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