La historia del destello de Cajón: ¿dónde cayó y qué era?

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«Recuerdo que yo estaba chiquitita jugando en el patio. Era de noche, cuando todo se iluminó, como si se hubiese hecho todo de día. No recuerdo sonidos, pero sí que era como una pelota de fuego y obviamente nosotros no sabíamos qué era eso», relata Yirlany Ureña.

En los alrededores de Cajón, a unos 15 kilómetros del centro de Pérez Zeledón, existen las personas que cuentan que hace muchos febreros vieron algo en el cielo que cruzó en diagonal viniendo del suroeste y se estrelló en una de las faldas del Chirripó, en Cedral. A ese algo lo bautizaron como un meteorito.

La historia se mantiene viva entre propios y extraños, pasa de generación en generación y ahora, aproximadamente desde hace un año, un grupo de vecinos alimenta la memoria con el hecho de haber encontrado aquel ‘meteorito’.

La resurrección del tema empezó con una historia del nieto al abuelo, lo que provocó una expedición por la montaña para intentar dar con el objeto.

 

Este es la piedra que los vecinos de Arcoiris, de Cajón, creyeron era un meteorito.

 

«Un nieto me dijo: abuelo, ahí en la montaña hay una piedra rara. Entonces nos vinimos, el dueño del terreno y yo, a buscarla».

Comenzamos en la parte arriba de la montaña, buscando de ahí para abajo hasta que llegamos aquí y le digo: esta es la piedra. Porque vimos que era una piedra diferente», cuenta Carlos Ureña, un longevo lugareño que también asegura que vivió aquel fenómeno.

Aunque ninguno de los que llegan al sitio, hasta el momento, posee base científica para determinar el tipo de roca que se trata, la historia crea curiosidades porque el objeto atrae imanes.

 

Carlos Ureña comenzó a buscar la piedra porque un nieto le dijo que había una extraña en la montaña.

 

Luis Guillermo Mora, oriundo de Cajón, dice que llevó una muestra a la Universidad de Costa Rica, donde -sostiene que- el geólogo Óscar Luke analizó superficialmente una muestra.

«Yo empecé a buscar ayuda profesional con el fin de aclarar el origen de esta piedra y ver si tenía que ver con el evento de hace 37 años. (…) Fui a la Universidad de Costa Rica, costó mucho localizar al geólogo encargado del departamento, (…) cuando logré contactarlo (…) me dijo que con gusto la revisaba, (…) y determinó que la piedra posiblemente sea una piedra errante, arrastrada durante millones años por un glacial, (…) pero que me daba el beneficio de la duda porque las estrías eran muy profundas, la forma era extraña y el corte (de un costado) es casi perfecto y que me daba el beneficio de la duda con la historia del meteorito», dice Luis Guillermo Mora.

 

Criterio de un experto

Hernán Porras, geólogo del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (OVSICORI) de la Universidad Nacional, analizó la roca mediante fotos y vídeos. Él determinó los orígenes y composición de la misma.

«Es difícil que un meteorito que haya caído hace 40 años en Talamanca se pueda preservar como para poder reconocerlo a simple vista. Me refiero a que esto es algo que tiene… ¿cuánto? 4 600 millones de años de estar en el espacio, porque se supone que son los remanentes de la formación del sistema solar; y bueno, no hay aire, no hay absolutamente nada de humedad, nada en el espacio y cuando entran en la tierra, todos estos minerales ferromagnesianos que podrían tener los meteoritos, se oxidan»,  dice.

El experto señala que el magnetismo no es evidencia exclusiva para los fragmentos provenientes del espacio y que por eso la prueba de este tipo se descarta.

 

La roca es una granodiorita, muy común en la Cordillera de Talamanda, según Hernán Porras, del OVSICORI-UNA.

 

Porras enfatiza que en el caso de la piedra que analizó (ver vídeo) puede verse que ‘es muy fresca’ y que se formó debajo de la tierra. Lo cual le permite decir con mucha propiedad que no se trata de un meteorito.

«Por el color y por la textura, o sea por el tamaño de los cristales que la componen, podemos decir que es una roca de composición félsica, o sea que tiene abundancia de sílice, pero que también es una roca de origen plutónico, o sea que se enfrió bajo la superficie», argumentó Porras.

Además, el geólogo explicó que el magnetismo de la roca se basa en sus componentes de hierro y magnesio. Precisamente por su composición esta roca está catalogada como granodiorita.

Descartada la posibilidad que la roca encontrada sea un meteorito, el experto sí contó que es de mucho interés para estudiarla, porque revela cómo eran los volcanes extintos de la Cordillera de Talamanca y para investigar por qué ‘sus raíces’ están expuestas.

Ahora, con la base científica explicada, solo quedan dos dudas: ¿qué fue lo que vieron los vecinos hace 37 años y dónde cayó?